Columna de opinión / 2020-08-01

¡Es la infraestructura!


Por: Mauricio Vega Lemus


La situación por la que el mundo entero ha tenido que atravesar los últimos meses, sin duda nos llevará a cambios radicales, en la forma en que interactuamos, cómo nos cuidamos, cómo funcionan las empresas y por supuesto en cómo planearemos la infraestructura.

Aunque la emergencia ha tenido impacto en todos los sectores económicos, la historia demuestra que la construcción es una clave importante para la recuperación de la economía de los países. Así se vio durante la depresión en Estados Unidos en 1929, con las medidas instauradas para reactivar la industria por Franklin D. Roosevelt, con las cuales creó un gran plan de empleo enfocado principalmente en la construcción de grandes obras públicas para dar trabajo a parte de la población desempleada, medida que resultó ser el salvavidas para la economía estadounidense. En países como Francia, Alemania y Reino Unido se implementaron programas de gasto público similares con buenos resultados.

De acuerdo con un artículo escrito por los docentes César Ferrari y Jorge Iván González de la Universidad Externado, las proyecciones del modelo económico muestran que la recesión ocasionada por la pandemia generada por el Covid-19, será mayor que la del año 1999, cuando el PIB colombiano disminuyó un 4%. Con estas proyecciones la crisis que vendrá como consecuencia del Coronavirus será mucho más profunda de lo que hemos estimado hasta ahora, por eso debemos desde ya tomar acciones para mitigar este impacto.

Un informe reciente de Fedesarrollo, reveló que, si en el sector de obras civiles se hace una inversión anual equivalente al 0,5% del Producto Interno Bruto, cerca de $5 billones, cada año podrían generarse en este renglón de la economía cerca de 160.000 puestos de trabajo, convirtiendo al sector de la construcción en un gran salvavidas para la economía colombiana. Entonces... ¡la clave es la infraestructura!... A través de ella mejoramos la calidad de vida de los habitantes con la construcción de vías, puentes, aeropuertos, colegios y hospitales, impactando no solo el empleo sino a todos los renglones de la economía.

Es primordial que desde el gobierno nacional se proyecten las obras que influyan sustancialmente en el desarrollo del país, en su economía, competitividad y que tengan un impacto verdaderamente transformador. Aún nos falta mucho para ser realmente competitivos. Debe darse prioridad a aquellos proyectos que se puedan completar de manera más rápida, aquellos que ya cuentan con estudios y diseños, buscando el balance entre el desarrollo y la actividad laboral, que provean además una solución económica inmediata.

La planeación de la recuperación de nuestra economía debe iniciar desde ya, al comienzo de la crisis, enfrentándola y preparándonos para la recuperación, dos actividades diferentes pero que deben ocurrir simultáneamente, como bien lo afirma Keynes al referirse a un concepto en el que no debe caerse: el círculo vicioso. No hacemos nada porque no tenemos dinero, pero es precisamente porque no hacemos nada que no tenemos dinero.

Debemos acelerar la inversión transformacional a gran escala, desarrollando nueva infraestructura que brinde competitividad para el país, contrastado con inversiones en proyectos que ya se encuentren diseñados, además de reparaciones y mantenimiento, estrategias más rápidas que generarán un impacto económico a corto y mediano plazo, pero que al mismo tiempo brindan desarrollo a las regiones, transformando la crisis en una oportunidad.

Incuestionablemente tendremos grandes cambios, no solo aquí, sino en el mundo entero, pero podemos direccionarlos hacia metas más claras y positivas, contribuyendo al desarrollo responsable de los territorios a través de una mejor infraestructura, lo que se traduce en mejor calidad de vida para los habitantes, así habremos aprendido la lección y quizás las futuras generaciones no repitan nuestros errores.